jueves, 4 de marzo de 2010

UN RELATO DE LO QUE OCURRIÓ EN LA REVISTA CAMINADA DE CARABANCHEL (abril 2009).

Trabajo de campo


Fecha: Domingo, 5 de Abril de 2009. Día soleado, temperaturas en ligero ascenso. No se prevén lluvias en toda la jornada. Un maravilloso tiempo primaveral convida al aire libre.
Contexto: Es el inicio de la operación conocida como Semana Santa.

Situación:
Buenos días, me llamo Yolanda Pérez Herreras. Lo que voy a contarles a continuación ocurrió un domingo…
Era por la tarde, después de comer. Yo estaba leyendo el periódico. Los domingos me gusta hacerlo después de comer cuando la casa está en silencio. De pronto suena el móvil. Un número desconocido. Contesto. Me llama un tal Jesús Acevedo. Lo primero que me dijo fue que le había dado mi número Pepe Murciego. Entonces ya me quedé tranquila. Pepe es una persona de fiar. De esas con las que te puedes liar la manta a la cabeza sin ningún temor. Me habló de una revista caminada, de un título. Jesús me dijo que se llamaba algo así como Dentro- Fuera y que sería en el barrio de Carabanchel. Sin dudar un instante dije: sí, dije que sí, que sí. Así fue cómo, de la forma más absurda, me vi involucrada en la participación de una nueva edición de la revista caminada.
Lo primero que se me ocurrió fue llamar a Pepe, que en ese momento estaba reparando la cuerda del tendedero…

Yolanda: Pepe, ¿Qué tal, en qué andas metido?
Pepe: Ahora mismo tengo la mitad del cuerpo sobre el alféizar de una ventana y el resto en el aire.
Y: ¿Tiene que ver con el nuevo número de La Más Bella?
P: No, que va. Intento arreglar la cuerda del tendal.
Y: ¿Sabes lo de la revista caminada de Carabanchel? Es el 24. ¿Qué vas a preparar?
P: La verdad (tensando bien el cordaje) me pillas en blanco. Pero hace tiempo que llevo pensando crear algo con un tirachinas y unos collares. Creo que ésta podría ser una buena ocasión
Y: No es mala idea.
P: Tú, ¿qué has pensado?
Y: Me gustaría seguir con la música. Últimamente en mis acciones hay música y…
P: (Interrumpiendo) ¿como lo del Karaoke?
Y: No exactamente. Algo más participativo. No te olvides que es una revista caminada.
P: Ya, es otra filosofía.
Y: ¿Y si vienes a mi casa a comer y lo hablamos?
P: Buena idea. La comida expande la mente

Así que dos días más tarde estábamos pepe y yo en el comedor de mi casa, con un trozo de pizza cuatro estaciones en una mano, y un vino de Rueda en la otra. Y ahí mismo, sentados cómodamente, pergeñamos nuestra página de la revista. Pepe me hablaba de algunas obsesiones, de nuevos viajes al extranjero, de pasaportes caducados y de otros inconvenientes mientras me mostraba su nuevo lector de DVD. Yo le mencioné varias ideas acerca de un buen puñado de proyectos que ya no recuerdo. Pasaron las horas, abrimos otra botella y, al final, nos quedamos dormidos, justo aquí en el sofá…

Después de una hora o más, Yolanda se despierta y le da un empujoncito a Pepe que aún se hace el remolón y le pregunta: Pepe, ¿tú sabes cómo llamaron a la hembra del Australopithecus? Pepe se despereza y la mira atentamente: claro, le pusieron Lucy porque cuando la descubrieron estaba de moda la canción Lucy in the sky with diamonds. No lo pueden evitar así que se levantan del sofá y empiezan a cantar, chasqueando los dedos:

Lucy en el cielo con diamantes
la sigues hasta un puente junto a una fuente
donde la gente en caballitos come pasteles de malvavisco.
Taxis de periódico aparecen en la orilla
esperando para llevarte.
Subes al asiento trasero con la cabeza en las nubes
y te has ido…

Entonando esa melodía pegadiza, se dirigen a Carabanchel. Ya es el día de la convocatoria, ya es 24 de abril. Dudan entre coger el circular o la línea 5. En esto suena el móvil. Es Hilario que también participa en la revista. Quedan en un bar de Carabanchel. Pero antes de salir de casa, Hilario cierra la llave de paso del agua fría, que gotea, y recoge un libro de la estantería de siete baldas de abeto macizo para usarlo en la revista caminada. No sabe aún cómo titular su acción, aunque lo guarda cuidadosamente en el interior de la chaqueta, por si acaso.
Una vez dentro del vagón, Pepe y Yolanda se aburren. Es entonces cuando empiezan a enumerar, cual cosmonautas perdidos por el espacio, todos esos colores variados de la Red de Metro de la Comunidad de Madrid. Algunos viajeros los observan de reojo con cierta perplejidad. Incluso un atrevido adolescente le ofrece asiento a Pepe, que lo rechaza amablemente…
1 azul
2 roja
3 amarilla
4 marrón…

Acaban con todas las líneas del metro, con todos los colores. Ya no existen más colores. Incluso se inventan unas cuantas. Unas cuantas líneas, unos cuantos colores…


A las ocho y diez de la tarde…
Tono Areán, uno de los organizadores del evento junto a Julio Jara y Jesús Acevedo, después de ofrecer una rueda de prensa, comienza su andadura por el prólogo de la revista. A Tono le gusta recurrir a citas literarias y nada mejor para la ocasión que recordar las palabras de la gran poeta Emily Dickinson:
“Lo más asombroso de un espectáculo son los propios espectadores”. Después de expresar su gratitud y dar la bienvenida a los participantes, esos caminantes sin bastón, Julio se acerca a Tono y le dice en un susurro: me gusta esa cita literaria, me gusta esa poeta de Amherst, Massachusetts, me gusta lo que nos traemos entre manos. Y esbozan un guiño de complicidad, una seña propia de dos personas que saben lo que hacen. Y así, sin aspavientos, comienza una cita más en Carabanchel.

A las ocho y veinte…
Llega Rafa con un amplificador y se atreve a llenar el silencio: ese espacio tan temido entre tú y yo. Micrófono en mano reparte historias de la Edad Antigua. Vocea los nombres de calles repletas de seres ilustres consagrados a la historia. Ofrece relatos sencillos sobre la invasión de los turcos otomanos en Carabanchel, en pleno siglo XV. Y nadie se cree que hayan llegado hasta aquí. Pero, si esto es como La Galia de Asterix, dice Fernando, una provincia aislada gobernada por un estratega novato.
Juan Alcón se acerca por la calle Chindasvinto. Juan llega agitado, sediento, con cara de nopuedomás. Entra en una tienda de ultramarinos regentada por una pareja de colombianos y pide una botella de agua mineral sin gas. Ahora la abre con los dientes. Juan es fuerte, eso se nota. Hilario aprovecha un cierto relajo colectivo para contar sus problemas con las cañerías mientras, en ese preciso instante, pasa a su lado un pequinés que corretea sin rumbo fijo. Santi, antes de comenzar la página número tres de la revista dice, qué os parece esto, y extrae del bolsillo de su pantalón un disco de madera (aglomerado) para fabricar un engranaje.
Nieves y Max aprovechan que Santi está en otro mundo para presentar una nueva página. Entre los dos sacan de una bolsa de deportes (Munich 72), unos tupper de esos blancos, y unos platos, y unos tenedores de plástico, y comienzan a repartirlos a los vecinos del barrio que no saben muy bien de qué va todo esto. Descubren una rica tarta de cumpleaños y Max compone una suma mental, dice en voz alta: 45+ 48 hacen un total de 93, y la gente retiene ese número porque el 93 es un número descentrado. Siguen caminando, van tan contentos comiendo por la calle. Al lado de unos contenedores a Roxana le da por escribir en el suelo los nombres de todas las calles donde ha vivido. Resulta que ahora quiere emparejar a Gloria Fuertes con El Marqués de Urquijo, y eso no puede ser porque Gloria Fuertes no tenía nada de marquesa, Gloria era una poeta del pueblo y lo que le interesaba de verdad a Gloria no era contar globos, era la poesía experimental. Como esa del gato Pirracas que vivía en el tejado que suspiraba por Timotea, una gata que vivía en la azotea…
Por la esquina de la calle del Gorrión llega la filactería Chindasvinto al completo cargada de papiros que desenvuelven con imaginación: Julio, Chaib, Oleksand, Juan Manuel y Adam. Nos mantienen entrelazados como regalitos de Navidad y trazan círculos en la tierra de diversos sabores. Ahora se detienen junto al campo de fútbol. Señalan el dormitorio, que en realidad es una grada, y el pasillo, por donde expulsan a los jugadores hostiles. Oleksand dice que no hace falta gritar tanto y volvemos a enredarnos, esta vez para continuar a la pata coja -calle abajo- con Fernando y Carlos. Ya vamos bien amarraditos acariciándonos la piel, imaginando que tocamos con las yemas de los dedos las puertas del vecindario y que los inquilinos, tan amables, nos dejan pasar al saloncito decorado con fotos de la comunión. Pero en eso, doblando la esquina a la derecha, tropezamos con un escalón. Jesús se ríe al vernos llegar. Se mantiene erguido detrás de aquéllos setos recién podados de la Plaza Julio Cortázar. Hacia las nueve y diez nos acercamos al parque, que a esa hora ya se encuentra dispuesto a escuchar las risas y aplausos de los caminantes.
Las palabras atrapan a Florencia, que lee un poema sin título mientras los demás alcanzamos, a tan sólo un palmo, su respiración.
En aquél montículo de ahí arriba, cerca de los matorrales, Jesús pasea por un sendero de piel lisa y nos habla de la noche. Explica su peculiar significado, y saca del bolsillo interior de su cazadora gris una linterna misteriosa para buscar un objeto extraviado. Dice, creo que lo dejé por aquí. Y seguimos a Jesús, lo perseguimos por un atajo; por el estudio, por la cocina coqueta de la pradera. A unos 100 pasos exclama: aquí está, y vemos cómo ilumina un cartelito con la palabra oscuridad y hace una pausa para tomar aliento. Suspira, mira hacia arriba, al cielo y recuerda cosas que todavía no quiere contar.
Porque las recita Miguel con un libro que nunca leyó; uno de esos libros extraños que adornan estanterías de seis o siete baldas de abeto macizo…

Lo que pasó después fue lo que todo el mundo espera que ocurra en algún lugar.
Yolanda y Pepe, Tono y Julio y los demás, siguieron andando hasta el final de la calle. Alzaron la vista; contemplaron a una señora en bata asomada a la ventana. Y desde lo alto del parque observaron la ciudad entera respirar; la ciudad brutal.

Luego, mientras iba camino del metro, empecé a pensar en todo esto: en la revista, en la emoción… y supe que aquello no era precisamente el final.


Epílogo, o, qué fue de algunos participantes de la revista Caminada:


Hilario: En el momento de la entrevista estaba Fuera de Servicio.

Nieves: Lleva una vida muy agitada. Algunos dicen que la ven de madrugada, arrastrando una maleta de ruedas en dirección Barajas, o a la estación Sur de autobuses.

Yolanda: Es comisaria de eventos performáticos en el pueblo de Villamuriel (Valladolid). ¿Existe realmente ese pueblo? ¿Alguien ha estado allí alguna vez?

Max: Sueña con independizarse de sus padres lo antes posible y olvidar para siempre las charlas tipo: historia de la performance en España, un exhaustivo análisis de contenido.

Santi: Envía quincenalmente, a través del correo electrónico (copia oculta), problemas irresolubles como éste: ¿Qué ángulo forma la porción de queso de Rebeca y la de Alfonso? ¿Y la de Rebeca y Begoña? ¿Y la de Begoña y Alfonso? ¿Y las tres juntas?

Fernando: Actualmente se dedica a tocar la guitarra eléctrica por castizos balcones con cerramiento de aluminio. Una de sus últimas baladas fue El cóndor pasa, versión de Janis Joplin (1950).

Pepe: Continúa en paradero desconocido junto a su socio-novio Diego Ortiz (¿o era amante?). Aún así dirigen, desde algún lugar remoto, una máquina de petacos Bellapathos, de venta en las puertas de los colegios de educación infantil y primaria de todo el hemisferio sur.

Rafael: Se ha convertido en uno de los mejores reposteros de galletas que son comercializadas bajo la firma Suárez & Suárez S.L.

Roxana: La última vez que supieron de ella impartía una conferencia en una casa okupa alemana sobre los beneficios proteínicos de la tortilla de patatas (spanish omelette).

Juan: Aunque no ha participado directamente en la revista (es simpatizante), debemos felicitarlo: ha logrado hacer realidad uno de sus grandes sueños: obtener un año sabático para recorrer el Camino de Santiago tomando como punto de origen el área de servicio de Mimizan, departamento de Las Landas (Francia).

Jesús: Vive a caballo entre el eje Berlín-Madrid. Intenta convencer al Ayuntamiento berlinés para financiar un hermanamiento entre los barrios de Kreuzberg y Villaverde Alto. Mantiene una frecuente correspondencia a través de las nuevas tecnologías, y nos deleita con sus textos escritos en los trasportes públicos. Uno de sus últimos poemas colgados en su blog CheckPoint Charlie, dice así:

Faltan 9 minutos para que llegue el tren con destino a Pankow
Faltan 8 minutos para que llegue el tren con destino a Pankow
Faltan 7 minutos para que llegue el tren con destino a Pankow
Ahora ya puedo escribir que una señora lee un periódico
Faltan 6 minutos para que llegue el tren con destino a Pankow
Faltan 5 minutos para que llegue el tren con destino a Pankow
Que una chica a mi izquierda escribe un mensaje en su teléfono móvil, o lo lee
Faltan 4 minutos para que llegue el tren con destino a Pankow
Que veo pasar frente a mí una joven pareja
Faltan 3 minutos para que llegue el tren con destino a Pankow,
y se han detenido a mi lado mientras un chico pasa muy despacio
Faltan 2 minutos para que llegue el tren con destino a Pankow
Cada vez oigo más voces
Falta 1 minuto para que llegue el tren con destino a Pankow
La luz azul de un flash
Falta 1 minuto para que llegue el tren con destino a Pankow
Ya suena cada vez más fuerte el tren con destino a Pankow.

Tono Areán y Julio Jara: Se dedican a la venta ambulante en una céntrica calle de la ciudad. (Se les puede hallar los martes hacia las 10:00 frente a la camisería Hernando de la Gran vía).


P.D. Algunas personas que fueron invitadas al evento y dejaron correr la convocatoria son: Belén Cueto, Jaime Vallaure y Rafael Lamata. (Trajeron justificante de casa).
Fin


Esta historia fue concebida entre
Mariannenplatz, 4 (Rivas Vaciamadrid)
y
Pablo Iglesias, 64 (Berlín)
en el verano de 2009.

Roxana Popelka