martes, 26 de marzo de 2013

Todo es mentira en las películas


















Roxana Popelka, la escritora gijonesa de Todo es mentira en las películas, vuelve a la narración tras una larga carrera como artista de acción y poeta.
En Todo es mentira en las películas no hay melancolía ni ironía, hay una crítica a la sociedad actual, a ese no estado de bienestar, a esa España y a las novelas, esas novelas que se venden en los grandes almacenes al lado de los chicles y los preservativos. Ve las cosas a través de sus ojos de mujer, con una mirada crítica y humanista.
Una historia donde uno se queda con la sensación de haber asistido a una película en la que el mismo lector participa como actor. La brillantez de la narración y la luz, la claridad de la exposición, hacen de contraste con la dura realidad de los comportamientos humanos  y de sus miserias.
Roxana Popelka ha publicado los libros de poesía Ciudad del Norte (1989), Simplemente nada común (1991) y Cumpleaños feliz (2010). Poemas y relatos suyos han sido incluidos en distintas antologías. Ha publicado el libro de relatos Tortugas acuáticas (2006). Todo es mentira en las películas (2009) es su primera novela, y está a la espera de la imprenta Preparados, listos, ya y su libro de relatos Hotel.
Desde 1996 se dedica al arte de acción, realizando numerosas perfomances dentro y fuera de España.
Una creatividad permanente utilizando como tema y arma la cotidianidad.
─Parece que lo importante para ti es la creación, sin limitarte a una técnica artística determinada: Ut pictura poesis, tal vez por eso empezaste tu labor como escritora con la poesía que de alguna manera es una forma más directa de expresarse, como la foto acción.
─Sí, pero a la perfomance llegué unos años después, comencé interesándome por la poesía, sobre todo la poesía experimental, la vinculada a las experiencias del Black Mountain College.

ACERCA DE ELLA

       Estudio Citológico
       Paciente: Natalia Otero

       Frontis compuesto por células intermedias y superficiales con predominio de las primeras, apreciándose también parabasales.

       Diagnóstico:
       Citología negativa
      
NATALIA HABLA

Es invierno.
       Estamos en el año 2005 y hace tres meses que he conocido a P. Tengo treinta y cuatro años y estoy casada.


Así arranca la historia, como un Ferrari de 0 a 100 en 3 s. Natalia deambula por la ciudad, por los parques y por los hoteles baratos. La heroína, apenas tiene bastante con apagar el despertador, pero sabe lo que no quiere, no quiere a su marido, y no quiere estar encerrada en esa pesada ciudad como una losa de cuatrocientas toneladas; donde todos te conocen y parece que lo único que puedes hacer es lo que debes hacer, lo que ellos esperan que hagas, o sea, lo mismo que ellos, ellas, no vaya a ser que descubras que su vida es una farsa y su sacrificio por ti, por sus hijos, no es tal, tan solo una coartada para estar escondidos en su madriguera.

    Cuando tenía dieciséis años pensaba que algo extraordinario me iba a suceder. Supongo que esto le pasa por la cabeza al 99% de la población. Aún sigo esperando ese momento mágico después de todo.


Roxana Popelka cree en las palabras y en el tipo de verdad que pueden representar narrativamente. El momento crítico contribuye a la elaboración de una escritura diferente, una obra moderna, no sólo como superación de la novela realista ocupada por el narrador omnisciente.
─Ahora te has centrado en la novela, aunque dentro de la novela recurres a todos los géneros. Una de tus características es como consigues introducir, sin salto de continuidad, la poesía en la novela, y también el género dramático.
─Me gusta el construir relatos que pueden mutar en textos dramáticos, poemas o guiones de cine.
Roxana es una incansable lectora y crítica, también una gran consumidora de películas (Josefina Molina, Win Wenders, Basilio Martín Patino, Agnès Varda, Godard, Bergman, Iñárritu, Dressen, Haneke, Coixet...); utiliza tanto la literatura como la realidad para intentar crear e inventar un arte acorde con este momento de caos y disgregación.

«Mijail Bajtín llamó polifonía o dialogismo a una propiedad de la prosa novelística. El lenguaje de la novela no es un lenguaje, sino una mezcla de estilos y voces, y es eso lo que la convierte en un género literario democrático y antitotalitario por definición, un género en el que ninguna posición ideológica o moral escapa al cuestionamiento y a la contradicción». (David Lodge, El arte de la ficción. 1992)
Así, para Bajtín, El Quijote sería la primera novela moderna, en ella se superaría la línea monológica incardinándola con el dialogismo de la literatura universal, utilizando géneros altos y bajos, mezclando los discursos sublimes y caballerescos de don Quijote con el parlamento campesino y popular de Sancho.
Cervantes refleja su tiempo histórico, la crisis que atraviesa España y su civilización, es el final de un imperio y con él, de una cultura, de una manera de ver el mundo. Esto lo transmite a la creación literaria mediante una composición distinta a todo lo escrito anteriormente. Gran conocedor de la literatura universal, utiliza esta para construir un género nuevo, un híbrido donde aúna sus lecturas con su experiencia vital.

No creo que P. me quiera. No hablamos de sentimientos necesitamos experimentar nuevamente el enamoramiento. El futuro no se menciona.
Todo esto no tiene nada que ver con la típica aventura extraconyugal, tiene que ver con mi propia vida.
No soporto la idea de estar con un hombre que no me deja crecer.
No me habla de otra cosa más que del dinero, es su obsesión. El egoísmo.

LOS DOS JUNTOS

P.- Me sobrevaloras.
N.- Eres demasiado humilde.
P.- Soy un cínico.
P.- Pasan los años. ¿Te asusta?
N.- ¿El qué?    
P.- Envejecer.


Unamuno acuñó la palabra nivola para no dejarse encasillar con el término novela, así rechaza el encorsetamiento de la novela realista, con su ambientación detallista, sus personajes con su estudio psicológico y con su narrador omnisciente en tercera persona.
Prólogo de Niebla (1914): «He oído también contar de un arquitecto arqueólogo que pretendía derribar una basílica del siglo X, y no restaurarla, sino hacerla de nuevo como debió haber sido hecha y no como se hizo. Conforme a un plano de aquella época que pretendía haber encontrado. Conforme al proyecto del arquitecto del siglo X. Desconocía que las basílicas se han hecho a sí mismas saltando por encima de los planos, llevando las manos de los edificadores. También de una novela, como de una epopeya o de un drama, se hace un plano; pero luego la novela, la epopeya o el drama se imponen al que se cree su autor. O se le imponen los agonistas, sus supuestas criaturas.
¿Qué es eso de que ha pasado la época de las novelas? ¿O de los poemas épicos? Mientras vivan las novelas pasadas vivirá y revivirá la novela. La historia es resoñarla».

RESUMEN
La novela empieza con un estudio citológico de Natalia Otero.
Estamos en el 2005, tengo 34 años, llevo 5 casada tengo una hija de 4 y hace 3 meses que he conocido a P.
Vida rutinaria, profesora colegio privado.
Espera momento mágico.
No cree que P. la quiera.
Cuenta infancia y vida familiar.
Noviazgo, matrimonio, aburrimiento, vida diaria.
Sexo, embarazo, despido, depresión, divorcio, parto.

En 1966 con Señas de identidad de Juan Goytisolo arranca una nueva forma de narrar en la literatura española, un intento experimental en el estilo para describir y para denunciar la situación nacional, sin tener que recurrir a las formulas en boga del realismo social.
Su búsqueda de la verdad, de España y de él mismo, le lleva a romper con todo lo preestablecido, tanto con lo político como con la literatura que se estaba haciendo en ese momento. De esta manera su revolución estética se convierte en ética, al incitar la intolerancia y la gazmoñería patria.
Intenta unir a las vanguardias con la literatura medieval a través de la poesía, buscando una obra que pueda ser recitada. Explica Goytisolo: «Antes la gente escribía para ser recitada, entonces había un ritmo y prosodia que yo he encontrado en los textos medievales españoles. Incluso por ejemplo La Celestina o en El Lazarillo hay una prosodia extraordinaria. Ahora esto ha reaparecido en el s XX con una serie de autores como Celine o Joyce. Me parece esencial ese entronque de la modernidad con la literatura medieval».

Roxana Popelka intenta fundir sus poesías, sus relatos, en otra forma de expresión, una nueva novela. Igual que en Señas de identidad hay una renovación formal, igual que ocurrió en el s XX con los grandes autores que revolucionaron la novela: James Joyce, Samuel Beckett, Georges Perec, Gerturde Stein, Jorge Luis Borges, Virginia Woolf, Franz Kafka, Marcel Proust, Julio Cortázar, William Burroughs… Siempre aportan experimentación y ruptura, un pensamiento individual alejado del canon, donde llegar a ser uno mismo es una empresa que puede conducir a la destrucción.

Los sentimientos para siempre.
Arrancados de un tajo, como el
corazón a las vacas, en el matadero.

y parece curioso, pero
un día los dos quisimos lo mismo.
¡Qué pena lo interpretamos de forma diferente!
Ahí empezó el odio,
a las cinco menos cuarto del 4 de Octubre, ¡zas!


ESTRUCTURA: La acción no es lineal, hay rupturas de espacio tiempo.
Estudio citológico.
Natalia en primera persona.
Poema.
Teatro.
P. en primera persona.
Folleto turístico.
Natalia en primera persona hace veinte años.
Poema del telediario (son notas de su libreta).
Narrador, pero no omnisciente ya que tan solo supone.
La estructura de Todo es mentira en las películas discurre de una ficha médica a un poema; las reflexiones de Natalia en primera persona son sacudidas por los pensamientos de Luis o de P. también a veces aparece un narrador o una escena dramática o una canción o una película. Así se crea una novela que es una conjunción de géneros, novela, teatro, poesía, guión cinematográfico… Las escenas se suceden, se alternan los puntos de vista o se mezclan, según nos cuentan los personajes, la historia se vuelve adelante y atrás en el tiempo. Más que sucederse unos espacios tras otros, son tiempos diferentes en mundos personales específicos.

Hemos hecho un pacto; no hablar sobre nuestras vidas y está saliendo bien. No quiero complicarme con una nueva relación… Y lo más importante, no follaríamos con la misma intensidad. Si viviéramos juntos estaríamos hasta los cojones el uno del otro. El sexo se convertiría en algo exótico, cada dos meses, tendríamos un hijo para unirnos más y nos pelearemos por el reparto de tareas y llegaría el divorcio, la lucha por un miserable trozo de mantel. Se cerraría el círculo. Pero pesaría el pasado. El pasado siempre pesa…


En El último tango en París (Bernardo Bertolucci, 1973):
Paul (Marlon Brando): «Escucha,... quiero que nos miremos.
Jeanne (Maria Schneider): Uno al otro... si.
P: Es bonito no saber nada el uno del otro.
J: Si.
Tú no tienes nombre y yo tampoco tengo nombre. No hay nombres. Aquí no tenemos nombre.
¿Estás loco?
Es posible que lo esté pero no quiero saber nada de ti. No quiero saber donde vives, ni de donde eres. No quiero saber absolutamente nada de nada. ¿Me has comprendido?
Me asustas.
Nada. Tú y yo nos encontraremos aquí sin saber nada de lo que nos ocurra fuera, ¿de acuerdo?
Pero, ¿por qué?
Pues porque…aquí no hace falta saber nombre, no es necesario. ¿No lo comprendes? Venimos a olvidar, a olvidar todas las cosas, absolutamente todas. Olvidaremos a las personas, lo que sabemos, todo lo que hemos hecho. Vamos a olvidar donde vivimos, olvidarlo todo.
Yo no podré, ¿tú si?
No lo se. ¿Tienes miedo?
No.»

En otra escena de El último tango un apesadumbrado Marlon Brando habla a su mujer estirada en la cama y cubierta de flores, recién muerta; le cuenta como encontró, encima del armario, una caja de cartón:
«No sabía que te gustaban todas esas cosas, ni siquiera viviendo doscientos años es capaz un marido de descubrir como es verdaderamente su mujer, quiero decir que podría comprender lo infinito del universo pero nunca descubriré la verdad sobre ti jamás. ¿Quien demonios eras?»

Crees que los acontecimientos vitales se van a deslizar de forma sencilla, luego los acontecimientos te sobrepasan. El azar se ha instalado definitivamente en tu vida.
¿Cuestión de suerte? Elecciones erróneas, más bien. Se buena esposa, buena madre… No te muevas en la foto.
El desamor se instala. Puede ser silencioso, al principio, hasta convertirse en algo violento, al final.
¿La felicidad de la familia nuclear? Todos juntitos como los enanitos de Blancanieves.


En Mundo Adulto II (Entrevistas breves con hombres repulsivos) de David Foster Wallace, Jeni Roberts llama a su “Antiguo Amante” y queda con él, quiere saber si alguna vez fantaseó con otras mujeres mientras le hacía el amor. A.A. lo niega, llora, confiesa que todavía la desea, que piensa en ella cuando hace el amor con su novia y que se masturba acordándose de Jeni «hasta el extremo de hacerse daño». Le pide que abandone a su marido, que vuelva con él, que le siga hasta un motel para hacer el amor otra vez. Ella le sigue pero a la entrada del Holiday Inn, en vez de entrar sigue recto. Ahora «El matrimonio entra en una fase nueva más adulta». Con el tiempo sus contactos sexuales se irán espaciando, se masturbarán en soledad y harán el amor cada dos meses, será «una aceptación tanto como una celebración de ciertas realidades libremente adoptadas».

Me gusta sentirme querida aunque sea por un instante. Me provoca una sensación de bienestar indescriptible.
Nada de compasión. Ausencia de compasión por Luís. Compasión por nadie.
Pero X está furiosa, está celosa, saber que estás follando con otra jode.


El Posmodernismo rompe con las estructuras narrativas que habían reinado desde el realismo pero también acaba con el énfasis en la individualidad y en la subjetividad de la mente, elementos clave del modernismo y las vanguardias.
Parte de una doble negación, renuncia al optimismo moderno según el cual la realidad podía ser cambiada e ignora la creencia ilustrada de que la razón podría explicar todo lo que sucede en el universo. Así se negó a intentar plasmar la realidad y optó por aplicar estructuras fragmentadas, narrativas variantes y argumentos circulares negando todo intento de orden estético, y ético en muchos casos. Joyce fue el primero en intentarlo y le siguieron otros en su intento de eliminar el narrador omnisciente y acercarse a la realidad a través de la polaridad y la fragmentación: Camus, John Barth, Robert Coover, Don Delillo, Thomas Pynchon, Ismael Reed, Paul Auster.
Resiste todo intento de orden estético prefiriendo usar estructuras fragmentadas narrativa episódica y personajes circulares. El conformismo, la comodidad y el espectáculo sustituyen a la realidad; es una literatura falta de ilusiones donde los personajes carecen de profundidad psicológica. Se rompe la relación entre la narración y el tiempo; se elimina al narrador omnisciente, se mezclan  las perspectivas. Aparece la metaficción, textos sobre textos, la intertextualidad.
Y cobra importancia el feminismo, la denuncia de la falocracia.

Y ella, tirada, inconsciente, aunque esbozaba una sonrisa –todavía podía abrir los labios– y se le veían los dientes, algunos partidos, rodando por la escalera del portal.
Y ahora soy como ella, me solidarizo.
Experimento la misma humillación, la amargura.

¡Qué cabrón era Luis!

Decía que no quería acostarse conmigo
Porque estaba gorda.

No estaba gorda, Luis,
estaba embarazada.


Tom Wolfe repite «La novela está muerta». En Introducción a Antología del Nuevo Periodismo (1976):
«Cuatro técnicas que el nuevo género toma prestado de la novela:
1, contar la historia utilizando escenas más que resúmenes.
2, preferir el diálogo al estilo indirecto.
3, presentar los acontecimientos desde el punto de vista de alguien que participó en ellos y no desde una perspectiva impersonal.
4, incorporar el tipo de detalles sobre la ropa, la apariencia, las posesiones, el lenguaje gestual, etc., de la gente, que en la novela realista sirven como indicios de clase, personalidad, estatus y procedencia social.»

¿Y MI HIJA, QUÉ? HABLA P

Todo lo que sé lo aprendí de la vida. Los libros no enseñan nada que valga la pena.
Creo que para convivir necesito estar locamente enamorado y no es mi caso.
Si volviera a nacer me gustaría tener a mi hija a mi lado, esta vez para siempre.


John Fante, Bukowski, Carver, Ford, Wolf, Palahniuk, Pedro Juan Gutiérrez, Velázquez Medina, Zoe Valdés… escriben un mundo gris oscuro, sin las aventuras, ni los acontecimientos extraordinarios a que nos tenía acostumbrados la ficción novelesca.
En el mal etiquetado, por el crítico Bill Buford, Realismo sucio («un inocente truco publicitario» según Richard Ford), tratando de presentar un realismo ensuciado por la vida, por las pequeñas cosas cotidianas, pero en donde no se refería a ningún elemento escatológico. Hombres y mujeres corrientes ocupan las historias de rutinarias vidas convencionales.
Su antecedente es el minimalismo de los años sesenta caracterizado por la economía de palabras y la austeridad en las descripciones, frente a lo que consideraban la irrelevancia de los juegos literarios posmodernos.
El Realismo sucio usa un lenguaje sencillo, sin adornos ni figuras retóricas; utiliza descripciones precisas, reduciendo al mínimo el uso de adjetivos y adverbios, intentando que el contexto de significado a la narración. Pequeñas historias por las que pasan seres anodinos que podríamos ser nosotros mismos, sumergidos en lo rutinario, abandonados por el sueño americano. Forman parte de la clase medio-baja, con problemas económicos, y sentimentales; divorciados de mediana edad que han perdido junto con su juventud las ilusiones y lo que podían haber sido los valores de su generación. No hay héroes, ni grandes historias de amor o desamor, porque la vida no es así. Un nihilismo que brota de la soledad y la tristeza. Los cuentos quedan inconclusos, porque inconclusa es la realidad, la vida no se detiene.

En España, en los años noventa, la etiqueta Realismo sucio es asociada a Bukowski ─a pesar de que dicho autor, nacido en 1920, no formó parte de ese movimiento─ y con él a lo escatológico. Lo asociaron con la novela negra y la violencia, con unas historias críticas, existenciales, que por lo sociales, se convirtieron en políticas.

En el Nuevo realismo el yo del autor cede el terreno al contexto, a la sociedad que le rodea y los problemas que le plantea al sujeto protagonista. Dando paso a una composición donde los distintos puntos de vista se suceden, siendo el eje fundamental la realidad, a pesar del principio de Nietzsche de que «no hay hechos, solo interpretaciones».
Los escritores norteamericanos buscan mediante el realismo lo que Don DeLillo llama «el fluir de la conciencia de una cultura entera»; tienen la ambición de reflejar la sociedad en la que habitan, con sus problemas, sus miedos y obsesiones, para ello sus personajes tienen que pertenecer al sistema, para que su discurrir nos muestre la realidad cotidiana. Así lo muestran con acidez Philip Roth, Tom Wolfe, Updike, DeLillo y Amis (en Inglaterra); y con desvarío y entusiasmo J. Kennedy Toole, Pynchon o Foster Wallace.

Los escritores españoles toman esta literatura como suya, dándole tanta importancia como a la escrita en su propia lengua y niegan cualquier canon que no sea el propio, adoptando una libertad total en las formas, igual que en la ideología y la moral. Su condición de proletarios, (las llamadas clases medias por el régimen) les hace describir una realidad ajena a salones y romances zarzueleros. Tal vez esta “conciencia de clase” les haga quitar importancia a su condición de autor, dotándola de ironía y humor, a la vez que tampoco pierdan el tiempo en querer halagar al lector y sí en reflejar su época, para esto no necesitan del lenguaje académico sino del coloquial, y de sus expresiones y giros actuales. Quiere reflejar el presente de la ciudad, aunque para ello tenga que utilizar su biografía y su propio contexto.
Su pintura de la realidad sin veladuras transmite una profunda crítica social y por ende política. La pertenencia de estos autores a las clases trabajadoras y paradas hace que conozcan bien la realidad que describen, las situaciones de estrechez económica, paro, desarraigo y desamor; problemas ajenos a las clases que detentan el poder económico, político y cultural, aunque hagan gala de su “conocimiento y solidaridad” con los humildes. Esto también condiciona el lenguaje y el estilo directo de las novelas, marcadas por la inteligibilidad, la brevedad y la fuerza con que consiguen transmitir las emociones.
Marca la temática de ciudades y zonas industriales donde la inestabilidad económica lastra su existencia, el NO FUTURE. No llega el dinero, el trabajo escasea, la hipoteca sube, el divorcio es el pan de cada día, y el bar es el manantial donde abrevar para olvidar los problemas, el sexo es otra válvula de escape (u otro problema más). Rechazan lo conceptual y lo abstracto porque no hay poesía de la experiencia en las vidas de los barrios. Si lo es el cine o el rock, el fútbol o las drogas, la alineación. No hay ningún afán de escandalizar, es la realidad de la mayoría, de las clases populares. Por eso el realismo no gusta a las clases dominantes, le ponen cualquier etiqueta: sucio, revolucionario, progre, pasado, perro flauta… cualquier cosa vale para desprestigiar a los que denuncian el como están las cosas. Ellos nos dicen que no están tan mal, que hay que conservarlas, son los conservadores (de su poder y nuestra sumisión).
«Hoy la represión se ha transformado en ninguneo organizado o silenciamiento pacífico, de manera que el escritor abiertamente realista, salvo contadas ocasiones, es rechazado por las grandes editoriales, ya que hablar del mundo y de la vida carece hoy del caché de decirse inventor de mundos inéditos».
«Los burgueses, las clases medias, jamás buscan complicaciones, ni drogas, ni putas, ni muchachas necesitadas de amor, ni ladrones en una sociedad injusta. Demandan una literatura de ensueño, antirrealista, artística, que cae bien con la vida experimentada en las anodinas ciudades-dormitorio».
Germán Gullón, Los mercaderes en el templo de la literatura, 2004.


Roxana Popelka crea una novela que agrupa géneros discursivos y literarios, clásicos y modernos.
Las acciones se suceden, se alternan, avanzan en el espacio y en el tiempo, cambian los personajes y los narradores. Más que sucederse las escenas en el tiempo, se plasman en torno a la protagonista los distintos mundos personales. Lo importante es como se relacionan los personajes entre si y como esto lo conocemos a través del brillante uso de la palabra, libre de ataduras, que ejerce la autora. Esta claro que no hay una única verdad, cada uno tenemos la nuestra. La vida como proceso, en la que lo importante son las relaciones humanas, cómo nos afecta el otro, e incide en nuestra vida, cómo hay varias verdades, cada uno la suya, la que quiere oír o la que le han dicho que tenga. La vida ya no es una aventura, es un discurrir donde nuestro espacio es marcado y erosionado por el de los demás. Pero la innovación formal o el experimentalismo no sirve de nada si no hay nada que contar, como dijo Foster Wallace: «Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos, la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada».


No puedo creer que todo haya acabado.

¿Te gusta mi cuerpo?
¿Te tratan mal?
¿Sigues vivo?


25 de Diciembre de 2005





















Manifiesto por el Nuevo Realismo.- Maurizio Ferraris, 2012.
«La historia reciente ha confirmado el diagnóstico de Habermas, que hace treinta años vio en el posmodernismo una ola anti-ilustrada. La Ilustración, como decía Kant, es atreverse a saber y la salida del hombre de su minoría de edad. Desde este punto de vista, la Ilustración aún requiere una elección de campo y una fe en la humanidad, en el conocimiento y el progreso. La humanidad debe salvarse, y desde luego nunca jamás podrá hacerlo un Dios. Necesitamos el saber, la verdad y la realidad. No aceptarlos, como han hecho el posmoderno filosófico y el populismo político, significa seguir la alternativa, siempre posible, que propone el Gran Inquisidor: seguir el camino del milagro, el misterio y la autoridad».

Juan Carlos Suárez

domingo, 3 de marzo de 2013

NURIA Y HÉCTOR. EN EL RASTRO



Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C